jueves, 16 de agosto de 2007

No sé


¿Qué te puedo decir que no te sepa a llanto,
a angustias comprimidas en la mitad del pecho.
¿Qué querrían mis labios decirte sin romperse,
sin acabar, convulsos, en un triste silencio?
Entre cuatro paredes
se destilan mis horas,
se pierden mis minutos
en una vida ciega.
Y se estrellan mis ganas de besarte
con la pared inmensa del olvido.
Acaricio mis manos
y te encuentro en mis dedos.
Un sudario impaciente
se escurre de tus ojos,

como lágrimas negras
que pudren el espacio.
Quiero multiplicarme,
encontrar el silencio,
el dolor de la noche,
y tus manos, tu boca,
partidas en la sombras.
Nada puede esperarse de esta tiniebla muda,
que me envuelve y me cerca con su quietud eterna.
Nada puedo decirte.
Te deseo la vida y la necesidad de ser solo tú mismo.