jueves, 1 de marzo de 2007

Espanto

















Asusta este dolor,
este crujir de huesos
en los latidos secos de la vida.
El corazón se agolpa,
quiere salir del pecho
y buscar el refugio
de la dulzura loca de tu aliento.
Mis manos te reclaman
con la fuerza imparable del instinto.
Y cuando las paredes
y las puertas se abren,
una distancia enorme
se hace niebla espesísima.
Tu voz se difumina,
y mis dedos se rompen
en los pedazos tristes de la noche.
Y un gran ojo me observa
desde el confín del hielo.
Cíclope que en el sueño
desgarra mi silencio
con golpes meditados.

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